Orawa

Nacido en Lwów, Polonia (actualmente Lviv, Ucrania), Wojciech Kilar estudió en la Academia Estatal de Música de Katowice antes de continuar sus estudios de composición en el conservatorio análogo de Cracovia. Una obra suya se incluyó en el primer Festival de Otoño de Varsovia en 1956, el acontecimiento que permitió a los polacos conocer por primera vez por dónde había viajado la música moderna en las últimas décadas. Amplió sus horizontes estudiando en los Cursos de Verano de Darmstadt (un semillero de vanguardia) y con Nadia Boulanger en París. También se dedicó a la composición cinematográfica, escribiendo más de cien bandas sonoras y alcanzando fama internacional gracias a su música para Drácula de Bram Stoker, de Francis Ford Coppola, El retrato de una dama, de Jane Campion, y El pianista, de Roman Polanski, entre otras producciones. Su absorción del minimalismo es evidente en Orawa (1986), cuyo título hace referencia a una región de los Cárpatos en el sur de Polonia que le sirvió de inspiración popular. Originalmente para orquesta de cuerda, se ha adaptado a otros muchos conjuntos. Kilar evitaba hacer comentarios sobre sus obras - "Quizá sea porque temo anticiparme a la reacción del oyente", explicaba-, pero en una entrevista de 1997 sí lo permitió: "Orawa es la única pieza en la que no cambiaría ni una sola nota, aunque la he revisado muchas veces".

Inaktelki nóták (Notas de Inaktelke)
Sej, hideg sincsen (Oye, ni siquiera hace frío)
Úri bicsok, nincsen nyele (Señor, no tiene
mango)
Én az uccán már végig se mehetek (Ya no puedo
ni caminar por la calle)
Reprise: Úri bicsok

Mátraszentimrei dalok (Canciones de Mátraszentimre)
Három hordó (Tres barriles)
Igaz szerelem (Amor verdadero)
Gomb, gomb (Botón, botón)
Erdőbe, erdőbe (Al bosque, al bosque)

Creció en el seno de una familia judía en la Hungría dominada por Hitler y Stalin, pero György Ligeti consiguió adquirir una sólida educación musical, pasando los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial en la Academia de Música de Budapest. Al mismo tiempo que producía la música coral de base folclórica que era de rigor en Hungría en aquella época, también trabajaba en piezas experimentales, que prudentemente guardaba para sí. Formó parte del éxodo húngaro de 1956 y se instaló en Alemania, donde se empapó de la floreciente cultura de la música contemporánea. Emergió como una de las figuras más destacadas de la música contemporánea, produciendo un amplio catálogo de imaginación desbordante. Pero eso ya era cosa del futuro cuando escribió las piezas aquí arregladas a partir de sus ajustes corales originales de canciones folclóricas. Albergaba un afecto personal por la música folclórica de su región. "Crecí en un entorno de habla húngara en Transilvania", escribió. "Tenía tres años cuando me encontré por primera vez con la música folclórica rumana, tocando un alpenhorn en los Cárpatos". Tras graduarse en el conservatorio, pasó unos meses recopilando música folclórica de Transilvania y escribió un trabajo académico analizando sus elementos. En este concierto escuchamos dos conjuntos de sus arreglos de canciones folclóricas cortas de pueblos concretos: tres (más una repetición de una de ellas) de Inaktelke (también conocido como Inucu), en el noroeste de Rumanía, y cuatro de Mátraszentimre, en el centro-norte de Hungría.

Cambio de guardia

Al crecer en Moscú, Nikita Koshkin escuchaba lo mismo que la mayoría de sus amigos: música rock. Pero a los 14 años, su abuelo le regaló una guitarra y una grabación de Andrés Segovia. Esto reorientó su gusto musical y le llevó a estudiar guitarra en la Escuela Superior de Música de Moscú (se graduó en 1977) y en el famoso Instituto Gnesin, donde también recibió clases de composición. Desarrolló una carrera como solista, que continúa en la actualidad, pero también se centró en escribir música para su propio instrumento, a menudo piezas programáticas que exploraban diversas narrativas. En la década de 1980, sus composiciones para guitarra fueron adoptadas por otros intérpretes notables, como el guitarrista John Williams, el Dúo Assad y el Amsterdam Guitar Trio. Ha producido un importante corpus de obras para guitarra sola, para conjuntos de guitarra de diversa constitución y para guitarra en combinación con otros instrumentos o la voz. Su Usher-Waltz (1984), inspirada en el cuento de Edgar Allan Poe La caída de la casa Usher, ha pasado a formar parte del repertorio esencial para guitarra. Como sugiere su título, su Changing the Guard evoca los sonidos de un desfile, con los cuatro intérpretes logrando efectos instrumentales inusuales, desde la angulosidad descarada y los acordes violentos hasta el puntillismo tranquilo.

El Rito de la Primavera
Primera Parte: La Adoración de la Tierra
Introducción
Augures de la Primavera (Danza de las
Adolescentes)
Simulacro de Rapto
Rondas de Primavera
Ritual de las Tribus Rivales
Procesión del Sabio
La Adoración de la Tierra (el Sabio)
Danza de la Tierra

Segunda Parte: El Sacrificio
Introducción
Ciclo Místico de las Jóvenes
Glorificación del Elegido
Evocación de los Antepasados
Acción Ritual de los Antepasados
Danza del Sacrificio (el Elegido)

Igor Stravinsky ya era famoso antes del 29 de mayo de 1913, pero el estreno ese día del ballet La Consagración de la Primavera le catapultó, a él y a la música del siglo XX, a una senda de modernismo de la que ya no había vuelta atrás. Fue un acontecimiento estelar producido por los Ballets Rusos de Serge Diaghilev, que marcaban tendencia, cuyo comunicado de prensa, impreso en varios periódicos parisinos, tentaba con referencias a "frenéticos racimos humanos arrancados sin cesar por la polirritmia más asombrosa jamás surgida de la mente de un músico", prometiendo "una nueva emoción que sin duda suscitará apasionadas discusiones, pero que dejará a todos los verdaderos artistas una impresión inolvidable". La representación danzada era en sí misma impactante, pero la música no se parecía a nada escuchado antes, abarcando una disonancia feroz, ritmos bárbaros y erotismo pagano. Una gran orquesta puso todo esto en juego, además de una orquestación imaginativa, constantes cambios de compás y una sensación de tensión casi insoportable en la segunda parte del ballet, que representaba un sacrificio pagano en la antigua Rusia. Se oyeron protestas desde los primeros compases, pero la situación se mantuvo bajo control hasta la mitad de la Introducción, es decir, durante el primer minuto de la partitura. Entonces, citando a Stravinsky, se convirtieron en "manifestaciones, al principio aisladas, [que] pronto se generalizaron, provocando contramanifestaciones y convirtiéndose rápidamente en un terrible alboroto". Así se hizo historia.